El Código Da Vinci ¡La Película!
La sala del cine estaba llena, más de lo que hubiera podido imaginar. Dejando volar mi imaginación, y quizá no estando del todo errado, supuse que una buena parte de los asistentes apenas y habían salido de la iglesia tras escuchar misa.
Después de ver los avances de los próximos estrenos, apenas y me quedaban ganas de encarar la película que estaba apunto de presenciar. “No puede ser tan mala”, me dije mientras ocurría un asesinato en un lugar un tanto absurdo.
La película transcurre, enmarañando una compleja red de rebuscados acertijos y pistas de lo más exageradas, resueltas en cuestión de segundos por un personaje llamado... John Nash, me parece. Me causó suma gracia que en un momento de la película se explica el verdadero significado de “El Santo Grial”, y tras la frase “María Magdalena era la esposa de Jesús” escuché el chasquido de lengua de algunos espectadores en la parte posterior de la sala. Es divertido ver como esta simple frase fue a estrellarse en el denso conglomerado de condicionamientos sociales de algunas personas, seguramente provocando algún conflicto con sus ideas impuestas.
La trama continúa, tratando en cada momento de hacer sorpresiva la ya evidente conclusión de la película haciendo uso de más acertijos y rebuscados secretos. Y efectivamente, la película termina, según mis sospechas, en un final completamente asqueroso y absurdo.
Tanto misterio, tanto secreto, pistas regadas por todos lados, intrigas, complots, traidores hasta debajo de las piedras, enemigos que milagrosamente saben dónde estás en todo momento, todo para que al final (según mi parecer) igual hubiera dado que hubieran roto el estúpido criptex desde un principio, ya que el supuesto secreto aún estaba en manos de muchas personas y tanto misterio no amerita un final como ese.
Nunca creí decirlo, pero me pareció mejor la película esa del tesoro perdido, ya saben, Indiana Cage. Al menos en esta película si se justifica un poco más la existencia de tantas pistas maniáticas.
Después de ver los avances de los próximos estrenos, apenas y me quedaban ganas de encarar la película que estaba apunto de presenciar. “No puede ser tan mala”, me dije mientras ocurría un asesinato en un lugar un tanto absurdo.
La película transcurre, enmarañando una compleja red de rebuscados acertijos y pistas de lo más exageradas, resueltas en cuestión de segundos por un personaje llamado... John Nash, me parece. Me causó suma gracia que en un momento de la película se explica el verdadero significado de “El Santo Grial”, y tras la frase “María Magdalena era la esposa de Jesús” escuché el chasquido de lengua de algunos espectadores en la parte posterior de la sala. Es divertido ver como esta simple frase fue a estrellarse en el denso conglomerado de condicionamientos sociales de algunas personas, seguramente provocando algún conflicto con sus ideas impuestas.
La trama continúa, tratando en cada momento de hacer sorpresiva la ya evidente conclusión de la película haciendo uso de más acertijos y rebuscados secretos. Y efectivamente, la película termina, según mis sospechas, en un final completamente asqueroso y absurdo.
Tanto misterio, tanto secreto, pistas regadas por todos lados, intrigas, complots, traidores hasta debajo de las piedras, enemigos que milagrosamente saben dónde estás en todo momento, todo para que al final (según mi parecer) igual hubiera dado que hubieran roto el estúpido criptex desde un principio, ya que el supuesto secreto aún estaba en manos de muchas personas y tanto misterio no amerita un final como ese.
Nunca creí decirlo, pero me pareció mejor la película esa del tesoro perdido, ya saben, Indiana Cage. Al menos en esta película si se justifica un poco más la existencia de tantas pistas maniáticas.